Hicimos una exhaustiva recopilación de las preguntas que más nos hacen, esperamos que les sirvan de ayuda en la navegación de esta página y porqué no? de la vida misma. Si tiene otra consulta no dude en escribirnos!
Hola, pues muy fácil, tenemos un local en San Pedro, del Pomodoro de plaza Roosvelt 75 m este, si va en bicicleta le hacemos un 10% de descuento. Haga click acá para ver la tienda en Google maps.
Si no está en Costa Rica, puede comprar en línea y se la mandamos donde quiera! Tienda en línea.
En la página Puntos de Venta están los negocios de amigos que trafican nuestras salsas, en algunos puede probarlas, en otros comprarlas y en todos puede pasarla muy bien!
Nos puede llamar al 2234-9424 para hacer el pedido más rápido o mandarnos un mensajito por Whatsapp al 88316026
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Si su orden fue puesta hace menos de una semana, por favor espere un par de días antes de consultarnos de nuevo, ya casi casi le llegan y se puede enchilar como manda la ley!
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Abuelita, respíre hondo y escúcheme: cálmese, por todos los monos trepados en los almendros.
Si la boca le sabe al color blanco, usted no se está muriendo… se está volviendo leyenda.
Primero lo primero:
¡Le dijimos que no tomara agua!
El agua no apaga el fuego de una buena enchilada. El agua solo reparte el picor por toda la boca como si estuviera limpiando el piso con chile pegado en el palopiso. No lo haga. No se torture…más.
A continuación, la Guía de Supervivencia Monoloca para Abuelas Testarudas®, diseñada por científicos con chancla en mano:
1. Leche, abuelita. LE-CHE.
Cualquier tipo sirve, hasta la del vecino si hace falta.
Tómese unos buenos tragos, deje que la grasa haga su magia, y espere a que el fuego se apague como fogata con serenata.
2. Algo con grasa: pan, mantequilla, queso o un pedacito de lo que escondió para la merienda.
La grasa “lava” el picante, como cuando usted nos limpiaba la cara con saliva (todavía no se lo perdonamos, pero sirve como ejemplo).
3. Si tiene yogurt, mándese una cucharada copetona.
No una cucharadita tímida de té, una cucharadota.
Si no encuentra el yogurt, revise en la refri atrás del refresco de cas. Ahí siempre aparece.
4. Nada de agua, abuelita. NADA.
Ni un traguito. Ni un sorbito.
Eso se lo prohibimos como cuando usted nos trató de prohibir salir después de las 6 pm.
5. Si le da por bailar, no se asuste.
A veces el picante invoca recuerdos de juventud.
Si empieza a cantar boleros, es normal o busque el nuevo documental de Juanga en Netflix, pida compañía de un abuelito para el arrime.
Si empieza a hablar en idiomas desconocidos… eso sí es el PierdeAlmas actuando.
6. Reflexione por qué hizo esto.
Abuelita, usted misma decidió echarle 3, 4, 8 gotas “para ver qué pasaba”.
Y encima se lo echó al café.
Usted quería aventura y la aventura llegó, siga así!
7. Prométanos que no va a usar el PierdeAlmas para hacer retos con sus amigas.
Ese chile no es para andar demostrando quién es la más ruda del bingo.
Ese chile es para rituales, para trascender, para ver colores que no existen.
Conclusión, mi abuelita querida:
Usted va a sobrevivir.
Su lengua va a dejar de brillar.
El color blanco volverá a ser solo blanco.
Y la próxima vez que sus amigas lleguen con ganas de jugar “a ver quién aguanta más”, usted saca PuraPaja y les sirve con inocencia.
Hola, claro que lo puede intentar! Puede que el resultado no se parezca mucho al original, porque nuestro aceite lleva un proceso de reposo lento y caprichoso que le da ese sabor indecente, profundo y delicioso que tanto enamora. Aun así, nuestra recomendación encarecida es esta: viva la experiencia a su manera. Salga a caminar sin rumbo, baile aunque no haya música, descubra lugares nuevos y permita que la vida le sorprenda. Pásela bien, ríase más seguido, haga amistades inesperadas y disfrute cada etapa como si fuera un capítulo que no se va a repetir. Busque lo positivo incluso en lo que chima, porque hasta el picante enseña. Acepte que todo se acaba, y que precisamente por eso lo mejor que podemos hacer es seguir apoyando a las PYMES, al mercado local, al pequeño productor, al que la pulsea con ganas, a los chileros de hueso colorado y a todo loco que anda suelto tratando de competir contra tagarotes y grandes corporaciones que nunca han pelado un chile en su vida.
En pocas palabras… mejor cómprese otra Vieja’e Patio, agradezca la aventura que tuvo con esa botella que ahora está vacía, vacía de aceite sí, pero llena de historias, de buenos recuerdos y de enchiladas memorables que le dejaron el alma contenta.
Hola señor, por favor no desperdicie buen chile en métodos disciplinarios que ni la abuela aprobaría.
Le recomendamos usar otra marca si lo que quiere es NO disfrutar la enchilada… porque si ya probó El Pisuicas, usted sabe que no hay vuelta atrás: queda uno adicto al buen picante, caminando por la vida bien contento y, sí, un poquito más pachuco.
Ahora, sobre su preocupación:
Mire, señor…
Eso es como tirarle gasolina a un mono con chopo: lo que crece no es el respeto, es la actitud. Lo que usted creó ahí no es un niño regañado, es un ser elemental del picante, un ente ancestral del fuego que ahora domina dos lenguajes: español básico… y la pachuquez avanzada.
No se asuste: el fenómeno es reversible… más o menos.
El niño probablemente entró en contacto con la esencia pura del Pisuicas: un chile que no educa, despierta. Lo vuelve más sincero, más libre, más expresivo… y sí, más malhablado.
Nuestra recomendación oficial, técnica y científicamente irresponsable es la siguiente:
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Hidrate al menor con leche o yogurt, porque el picante se lava con grasa, no con lágrimas.
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Respire hondo, porque ahora usted tiene un mini chicharrón ambulante capaz de discutir con cualquier policía municipal.
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Deje de usar chiles sagrados para educar, y mejor enséñele que los insultos pueden guardarse para momentos realmente necesarios, como cuando alguien se pega al dedito pequeño del pie con el sillón.
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Cómase usted el Pisuicas, porque el chile es para disfrutarse, no para torturar generaciones futuras.
En resumen:
Usted no castigó al niño… usted lo ascendió de rango.
Si necesita más orientación, terapias alternativas basadas en cas y pejibaye, o un exorcismo de Pisuicas nivel principiante, aquí estamos para servirle.
No, no, no y mil veces no, carajo. ¡¿Quién inventó ese chisme? ¿Tía Zelmira?! En Chile Monoloco jamás hemos contratado monos para hacer nuestras salsas… por el momento.
Usamos otro tipo de primate, uno más evolucionado, con pulgares oponibles, sentido del humor cuestionable y la capacidad maravillosa de llorar cuando prueba el MataSanos.
Nuestros primates-premium están entrenados en el ancestral arte del enchile: saben medir a ojo, llorar con precisión milimétrica y bailar alrededor de una olla hirviendo cuando la receta lo exige, y lo exige muy seguido. Además, pasan por rigurosos controles científicos, como:
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¿Puede sostener una cuchara sin tirarsela a otra persona?
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¿Sabe distinguir entre “un poquito de picante” y “adiós papilas gustativas”?
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¿Entiende el concepto de no chupar la botella antes de empacarla?
Así que no, los monos no hacen nuestras salsas.
Pero sí las hacen seres humanos que se comportan como si vivieran trepados en un árbol de mango.
Y honestamente… eso explica muchas cosas.
Se acaba de enchilar con Pierdealmas: explicación técnica, científica y totalmente seria (según nosotros)
Lo que le está pasando es absolutamente normal. No se asuste: su cerebro no se está derritiendo, solo está procesando el Efecto Faintesstert, un fenómeno poco conocido porque nadie serio quiere investigarlo… salvo un alemán extremadamente terco.
El origen del Efecto Faintesstert
El Efecto Faintesstert recibe su nombre del científico alemán Dr. Franz Faintesstert, un hombre brillante, excéntrico y con un evidente desbalance emocional hacia los monos. En 1932, durante una expedición financiada por un benefactor que pensaba que Franz solo iba a recolectar hojas, el doctor descubrió y documentó una compleja relación social entre:
-
un mono Cariblanco sociológicamente adelantado a su tiempo,
-
el chile Perro, pequeño pero con autoestima de gigante,
-
y una culebra Terciopelo que, contra todo pronóstico, tenía inclinación por la poesía romántica.
Estos tres seres formaban un triángulo imposible de locura, afecto y picante que solo podía existir en los años treinta —y solo en la selva de Corcovado, donde nada tiene sentido y todo es leyenda.
Su hallazgo fue tan incomprensible que, sin entender bien por qué, la comunidad científica le otorgó un Premio Nobel anticipado, simplemente para que dejara de enviarles cartas describiendo cómo el mono Cariblanco le robaba la comida a la culebra cada mañana.
La fase filosófica del doctor
El Dr. Franz Faintesstert se hizo famoso también por su frase inmortal:
“Vale más mono con chopo que cien volando plomo.”
Nadie sabe qué significa exactamente, pero suena profunda y la UNESCO la imprimió en camisetas durante dos semanas antes de darse cuenta de que nadie hablaba alemán de jungla.
Fue en esos años cuando el doctor descubrió su amor por los monos, el picante y las narrativas innecesariamente largas. Inspirado, prometió escribir una novela de acción cada dos años en honor a los monos caídos durante la Revolución del 37, un conflicto histórico que absolutamente nadie recuerda, salvo él.
La caída y el renacer literario
Su primera obra, “Más Monos que Locos”, fue un desastre editorial:
cero ventas, una crítica devastadora de un loro bilingüe y una deuda inmensa con la imprenta.
Franz quedó al borde de la ruina económica, emocional y capilar.
Pero, con el tiempo, y gracias a insistentes esfuerzos de académicos aburridos, sus escritos empezaron a tomarse en serio. La ciencia y la literatura finalmente aceptaron que Faintesstert no estaba loco: solo estaba muy adelantado a su tiempo… o muy perdido en la selva.
La decisión final del doctor
Ya reconocido y relativamente estable, el Dr. Franz Faintesstert tomó la decisión más lógica:
irse a vivir para siempre con los monos y las serpientes,
renunciando a la vida civilizada, al jabón y al uso correcto de pronombres.
Todos estuvimos de acuerdo en que era lo mejor para él. Y para nosotros.
Conclusión aplicada al enchilamiento actual
Así que, si usted está escuchando risas, viendo colores que no existen o sintiendo que su alma vibra en frecuencia FM…
tranquilo: no es locura.
Es solo el Pierdealmas activando el Efecto Faintesstert,
una reacción espiritual profundamente documentada, científicamente innecesaria
y absolutamente Monoloca.
Ya dio el primer paso, va bien! Compre una botella de Pierdealmas en nuestro local Palo’e Mono o mediante algún traficante.
Ahora relájese, consiga un pedazo de pan, relájese más! respire! suelte los hombros, retire de la botella el sello de calidad, respire! concéntrese, nadie está viendo, gire lentamente la tapa de la botella, respire respire! no piense en nadie, no piense en nada, no sude, todavía no. Ponga en un plato un poquito de salsa, dele! respire respire! bote bote! arrime ese pedazo de pan lentamente, toque la salsa en cámara lenta si es estrictamente necesario. Respire, este es uno de esos momentos que se puede convertir en un recuerdo de vida, de esos que le va a contar a sus nietos… respire, respire. Mándese! dele! dele!…Al principio no se siente nada, después se da cuenta que ya comienza a picar, y enchila distinto a lo que ha probado antes, se alegra que le puso muy poco pero se asusta por que pica cada vez más y más y más!
«¿Cuando put$# se acaba? ¿En qué momento se me ocurrió probar esta m^#&$?, por dicha le hice caso al muchacho y le puse poquito, le hubiera puesto menos, no le hubiera puesto! estoy sudando, le puse mucho, no puedo respirar, quién p*&^s me tiene? el aire se puso caliente, me sudan las manos, tengo hipo, no se quita con agua, no se quita con nada, y si me arranco la lengua?»
Después no siente nada, no siente la lengua, no siente los cachetes. Suda mucho. Hace muchas promesas. Guarda la botella en la refri, promete no tocarla jamás. Recapacita largo y tendido en su vida y piensa en alguien al que le va a dar a probar y no le va a decir nada, a su vecino hablador puede ser. Nunca creyó que hubiera algo tan picante, se alegra que pasó la prueba… En la siguiente comida rompe su débil promesa y le pone un poco más, a ver qué pasa…
Gracias por su consulta Padre. Pretendo extenderme un poco al contarle acerca de la escala de picor conocida como Scoville, que mide la cantidad de Capsaicina, que es el componente químico que da la sensación de calor en nuestros receptores térmicos, el contrario al efecto refrescante de la menta! La cantidad de SHUs (Scoville Heat Units en honor a su inventor Wilbur Scoville) determina que tan picante son los chiles, por ejemplo el posador chile dulce tiene 0 SHU, cero picor. Los chiles jalapeños llegan a 4.000, los chiles habanero, panameño, cayena, ají peruano, sichuan, rocoto y la gran mayoría van de 50.000 a 300.000, el chile fantasma llega en esa misma escala a 1.100.000! Nosotros usamos varios tipos de chiles para hacer nuestras salsas y darles distintos picores y sabores.
Siendo 0 un Gerber-etapa 1, y 10 la lava del volcán Turrialba, nuestro aceite PuraPaja roza el 0.5, mientras que el Vieja’e Patio llega a un 5, no sin olvidarnos que la el aceite se vuelve más picante cuando se va acabando llegando hasta un 7! El XXX , el EstateQuieto y el Viaje Verde andan en un picante/medio/alto de 6, perfecto para remplazar cualquier chilero que tenga para su consumo propio. El Pisuicas asusta con un 8, ya hay que ir poniendo menos, o más… y el Pierdealmas y el MataSanos llegan como a un 14, es como chupar un carbón caliente. Esperamos haber sido lo más claros posibles, muchas gracias por escribirnos nuevamente Padrecito.
Primero que todo: respire hondo.
Si hay monos en la sala de su casa, no es que esté loco… es que ellos andan de turismo residencial o gentrificación primate que le dicen los chiquillos de ahora.
Comience ofreciéndoles un puré de banano bien machacado (no lo licúe, que eso ofende a los más tradicionales) y un puñito de semillas de girasol para que entren en confianza. Si quiere subir puntos en el ranking de “Humano Favorito del Año”, hágales un fresco de jengibre con menta, bien frío.
Recuerde que no están ahí para juzgar su decoración ni para criticar sus decisiones de vida; solo andan explorando, igual que usted cuando abre la refri a medianoche sin saber qué busca.
Y lo más importante:
Ellos estaban aquí primero. Usted es quien invadió su terreno cuando decidió construir una casa en lo que antes era un paraíso de ramas, frutas y chismes de monos. Así que trate a sus visitantes con cariño, respeto y, si puede, esconda los mangos maduros… porque no perdonan nada.
Si los monos hacen un desastre, bueno… piense que es como tener hijos bien peludos con súper poderes de berrinches. Y disfrute la experiencia: no todo el mundo recibe la una inspección oficial de la Asociación Anónima de Monos Curiosos.
Primero que nada: no entre en pánico.
Si una de nuestras botellas decide comunicarse con usted, significa que ha alcanzado un nivel avanzado de conexión espiritual con el reino de los primates picantes. No todo el mundo tiene ese privilegio.
Segundo: escuche con atención.
Las botellas solo hablan cuando tienen algo verdaderamente importante que decir, como:
-
“¡Agítame, criatura bípeda!”
-
“¡Meteme al refri, ocupo hablar con la salsa de tomate!”
-
“¡Cerrá la tapa, que me estoy deshidratando!”
Si la botella comienza a ofrecerle consejos de vida, oiga; muchas veces son mejores que los de un profe de cole. Si empieza a darle consejos financieros, ignórela: nuestras salsas no saben nada de inversiones y siempre recomiendan “invertir todo en el banco Anglo”, lo cual históricamente no ha sido una buena idea.
Ahora… si la botella le canta, eso es completamente normal. Las salsas picantes suelen tener alma artística. Por otro lado, si la botella empieza a recitarle poesía romántica, ahí sí preocúpese: podría estar poseída por el espíritu de algún chef enamorado que nunca superó su amor de la escuela culinaria.
Tercero: mantenga la calma.
Recuerde que usted sigue siendo el humano en la relación. Usted manda… más o menos. No discuta con la botella, porque las salsas picantes viven de la confrontación y siempre encuentran la forma de tener la última palabra (o la última enchilada).
Finalmente: agradezca la experiencia.
Hay personas que pasan toda su vida sin que su comida les hable. Usted ha sido elegido por la Orden Sagrada del Picor. Aproveche ese honor, use la salsa con moderación y, si la botella empieza a pedir vacaciones o seguro social… cámbiela de estante al de la derecha.
Excelente pregunta. Científicamente hablando, la cantidad perfecta de Monoloco es aquella que usted cree que es suficiente… y luego una gota más por puro ver-que-pasa. Pero para responder con rigor primatesco, hemos desarrollado la siguiente Escala Oficial del Exceso Picante de Monoloco™, aprobada por nuestros expertos en lágrimas y sudoración espontánea:
Nivel PuraPaja – 0.5/10 (Zona segura)
Puede ponerle 20 gotas y lo peor que le pasa es que la comida huela tan rico que su perro le pida un poco.
Nadie llora aquí. Ni usted, ni sus abuelos. Todo tranqui.
Nivel Macoña – 3/10 (El engañosamente inocente)
De 5 a 10 gotas está bien.
A las 12 gotas empieza a sentir un “uy, esto sí picaba”.
A las 15 gotas aparecen recuerdos de la playa aunque esté en la oficina.
Todavía funcional. Todavía relativamente digno.
Nivel Medio – 5/10 (XXX, Viaje Verde, EstateQuieto, Vieja’e Patio)
Aquí las reglas cambian, para bien o para mejor.
4 gotas: “Qué rico.”
6 gotas: “Está haciendo calor o soy yo?.”
10 gotas: escucha un tambor. Alguien ancestral lo observa.
15 gotas: un mono imaginario aplaude la imprudencia.
Todo lo que pase después ya es decisión de su testamento emocional.
Nivel Alto – El Pisuicas – 8/10 (Aquí ya duda de todo)
1 gota: normal.
2 gotas: sudor elegante.
3 gotas: la lengua quiere renunciar.
5 gotas: empieza a hablar en lenguas que no existen.
8 gotas: ya no está comiendo, está viajando.
Nivel Muy Alto – PierdeAlmas – 14/10 (Sí, catorce… no es un error)
Una sola gota: cuestiona las decisiones que ha hecho en la vida.
Dos gotas: ve luces parpadeantes en el horizonte.
Tres gotas: escucha un mono con capa y cachos diciéndole “ya casi, criatura”.
Cuatro gotas: su sombra lo saluda.
Esuvimos obligados a llamar a esta salsa PierdeAlmas por razones legales.
Nivel Extremo – MataSanos – 14/10 (Mismo nivel… diferente dimensión)
Una microgota: sonrisa nerviosa.
Una gota: viaje astral express.
Dos gotas: se abre un portal emocional.
Tres gotas: su alma intenta llenar un formulario de renuncia.
Cuatro gotas: felicitaciones, completó el Modo Leyenda.
